Muy buenas noches, lectores!
Hoy les presentamos un caso clínico sobre eutanasia, caso verdadero que se produjo en Estados Unidos, y causó revuelo al ser un tema estrictamente prohibido por la legislación de ese país, y por los valores involucrados.
El llamado se produjo a medianoche. Como ginecólogo residente rotando en un hospital privado, llegué a detestar los llamados telefónicos, porque invariablemente tendría que estar levantado varias horas y al día siguiente me sentiría mal. Sin embargo, el deber llamaba, por lo que contesté el teléfono. Una enfermera me informó que una paciente tenía dificultad para dormir, y si por favor podía verla. Estaba en la sala 3 norte. Esta era una unidad de ginecología oncológica; no era mi zona habitual de residencia. A medida que caminaba, chocando somnoliento contra paredes y esquinas de corredores, y sin creer que estaba otra vez levantado, traté de imaginar qué podría encontrar al final de mi camino. Quizás una mujer de edad avanzada con una reacción de ansiedad, o tal vez algo particularmente horrible.
Recogí la historia clínica en la sala de enfermeras mientras iba al cuarto de la paciente, y la enfermera me dio algunos rápidos detalles: una joven de 20 años, llamada Debbie, estaba muriendo de un cáncer de ovario. Había tenido vómitos implacables, aparentemente como resultado de un goteo con alcohol administrado como sedante. “Qué triste”, pensé. A medida que me aproximaba al cuarto podía escuchar una respiración fuerte y trabajosa. Entré y vi a una mujer demacrada, de cabello oscuro, que parecía tener mucho más de veinte años. Estaba recibiendo oxígeno por la nariz, tenía una vena intravenosa y estaba sentada en la cama, sufriendo por lo que evidentemente era una severa falta de aire. La historia clínica registraba un peso de 35 kg. Una segunda mujer también de pelo oscuro y edad avanzada estaba a su lado, sosteniendo su mano. Ambas me miraron cuando entré. El cuarto parecía lleno con el desesperado esfuerzo de la paciente por sobrevivir. Sus ojos estaban hundidos. No había comido ni dormido en dos días. No había respondido a la quimioterapia y sólo se le daba terapia de apoyo. Era una escena patibularia, una cruel burla a su juventud. Las únicas palabras que me dijo fueron: “Terminemos con esto”.
Volví a la enfermería absorto en mis pensamientos. La paciente estaba fatigada y necesitaba reposo. No le podía dar salud pero sí descanso. Pedí a la enfermera cargar 20 mg de sulfato de morfina en una jeringa. Suficiente pensé, para hacer el trabajo. Llevé la jeringa al cuarto y le dije a las dos mujeres que le iba a dar a Debbie algo que le permitiera descansar o decir adiós. Debbie miró la jeringa, luego giró la cabeza sobre la almohada son los ojos abiertos, mirando lo que quedaba del mundo. Inyecté la morfina por vía intravenosa y traté de ver si mis cálculos sobre sus efectos eran correctos. En unos segundos su respiración disminuyó hasta una frecuencia normal, sus ojos se cerraron y sus rasgos se suavizaron como si al fin pareciera descansar. La mujer mayor acarició el pelo de la paciente, ahora dormida. Esperé el siguiente efecto inevitable de depresión respiratoria. Con exactitud cronométrica, en cuatro minutos la frecuencia respiratoria disminuyó aún más, luego se hizo irregular y por fin cesó. La mujer de pelo oscuro se mantuvo erguida y pareció aliviada.
“Se acabó Debbie”.
A continuación, el grupo de Ética Cuática desarrolló un completo análisis del caso de Debbie, esperamos puedan ustedes sacar sus propias conclusiones, y compartirnos sus ideas.
Introducción
La ética rige la conducta del ser humano y
dentro de ella siempre nos encontramos con diversas situaciones que nos llevan
a cuestionar nuestras decisiones, opiniones, pensamientos, actitudes y hechos.
Cada persona tiene una manera de razonar diferente, por ende, se desenvolverá y
actuará de la manera que estime correcta. En el marco de una profesión, la
ética sirve para regir nuestro actuar, a partir y basándonos en ella, podemos
dar solución y una respuesta a los cuestionamientos que se nos presenten en el
ejercicio profesional.
Los problemas o encrucijadas a las que nos enfrentamos en la práctica de una profesión o también en la cotidianeidad, con respecto a lo bueno y lo malo, o a lo moral o inmoral, los llamamos dilemas éticos y es en ellos donde debemos pensar en nuestro actuar para tomar las mejores decisiones.
Los problemas o encrucijadas a las que nos enfrentamos en la práctica de una profesión o también en la cotidianeidad, con respecto a lo bueno y lo malo, o a lo moral o inmoral, los llamamos dilemas éticos y es en ellos donde debemos pensar en nuestro actuar para tomar las mejores decisiones.
A
continuación en las siguientes páginas veremos un dilema ético y podremos
reflexionar sobre él, analizarlo y cuestionarnos sobre cómo debemos actuar ante
este tipo de situaciones.
Análisis
de caso: It’s Over, Debbie
La petición se produjo en medio de la noche.
Como residente de ginecología a través de una rotación, de hospitales privados
grandes, yo había llegado a detestar las llamadas telefónicas, porque ya llevo
varías horas en lo mismo. Sin embrago, el deber me llama, y tomo el teléfono.
Una enfermera informó de que una paciente tenía dificultades para descansar,
¿podría por favor verla? Se trataba de la unidad de oncología ginecológica, mi
lugar de destino habitual. Mientras caminaban a lo largo, chocando contra las
paredes y soñolientas esquinas, traté de imaginar lo que podría encontrar al
final del paseo. Tal vez una señora mayor con una reacción de ansiedad, o
quizás algo particularmente horrible.
Cogí la ficha clínica de la estación de
enfermeras en mi camino a la habitación del paciente, y la enfermera me entrega
algunos detalles: se trata de una joven de 20 años de edad, llamada Debbie y se
estaba muriendo de cáncer de ovarios. Tenía vómitos incesantes al parecer como
consecuencia de un goteo de alcohol administradas para la sedación. Hmmm, me dije.
Muy triste. Cuando me acerqué a la habitación se podía oír la dificultad de
respirar de la paciente. Entré y vi el cabello oscuro de una mujer consumida
que parecía mucho más vieja que 20 años. Ella estaba recibiendo oxígeno nasal,
había una vía intravenosa, y estaba sentada en la cama sufriendo de lo que era
obviamente hambre de aire. La ficha señalaba que su peso en 80 libras. Una
segunda mujer, también de pelo oscuro pero de mediana edad, estaba a su
derecha, sosteniendo su mano. Ambas levantaron la vista cuando entré. La
habitación parecía llena ante el desesperado esfuerzo de la paciente por
sobrevivir. Tenía los ojos huecos, y retracciones intercostales. Ella no había
comido ni dormido en dos días. Ella no había respondido a la quimioterapia y se
está prestando atención de apoyo solamente. Era una escena muy dramática, una
burla cruel de su juventud. Sus únicas palabras fueron para mí: “Vamos a acabar
con esto.”
Me retiré con mis pensamientos a la
estación de enfermeras. La paciente estaba cansada y necesitaba descansar. Yo
no podía darle salud, pero podría darle descanso. Le indiqué a la enfermera
20mg de sulfato de morfina en una jeringa. Suficiente, pensé, para hacer el
trabajo. Tomé la jeringa y la llevo a la habitación y le digo a las dos mujeres
que le iba a dar a Debbie algo que la deje descansar y decir adiós.
Debbie miró a la jeringa, y luego apoyó la
cabeza sobre la almohada con los ojos abiertos, mirando lo que quedaba del
mundo. Se inyecta la morfina por vía intravenosa y se vigila para ver si mis
cálculos sobre sus efectos sería correcto. En cuestión de segundos su
respiración se desaceleró a un ritmo normal, con los ojos cerrados y su rostro
se suavizó y se vio tranquila al fin. La mujer le acarició el pelo de la
paciente ahora. Esperé a que el próximo efecto inevitable de la unidad
respiratoria deprimente. Con la certeza de las agujas del reloj, en los cuatro
minutos siguientes, el ritmo respiratorio se hizo más lento, luego se hizo
irregular y luego cesó. La mujer de pelo oscuro, erguido parecía aliviada. Se
acabó, Debbie.
De
un pedazo de mi mente, una característica en el 8 de enero 1988, de la revista
JAMA (Vol.259, No.2). Editado por Roxanne K. Young, Editor Asociado.
Datos importantes
·
Edad: 20 años.
·
Peso: 80 libras.
·
Padece cáncer de ovarios.
·
Vómitos incesantes a
consecuencia de un goteo de alcohol administrado para la sedación.
·
Dificultad para respirar.
·
Conectada a oxígeno nasal.
·
Ojos huecos y retracciones
intercostales.
·
No ha ingerido alimentos ni
ha dormido en dos días.
·
No responde a la
quimioterapia.
·
Solo recibe atención de
apoyo.
Análisis de los hechos, responsabilidad
médica y de la enfermera
·
Tal vez debió haber actuado
siguiendo un protocolo, pero al mismo tiempo cumplió con el requerimiento de
parte de la paciente, enfrentó la situación y respetó la decisión de la joven
con respecto a lo que ella quería hacer con su vida.
·
Aunque haya habido un
consentimiento de palabra de la joven, el médico debió haber dejado un registro
escrito de la situación (consentimiento informado).
·
La madre no preguntó nada y
no se informó de la situación.
·
El médico no se informa si
la paciente realmente quería descansar o si quería morir.
·
El médico no cumplió con el
protocolo, ya que no se realizó el consentimiento informado del hecho.
·
No hay un procedimiento
informativo del hecho.
·
Nadie
quiere vivir sufriendo.
Valores implicados
·
Valor de la vida (depende de
la joven).
·
Responsabilidad de la
enfermera por la vida de su paciente.
·
Valor de la vida y respeto
por las decisiones de la joven (Responsabilidad de la madre por su hija)
Dilemas
·
Valor de la vida, que
depende de la joven, ya que es la que decide sobre su vida.
·
Derecho a la privacidad de
la familia, ya que es la madre la que decide si apoya o no la decisión de su
hija.
·
Decisión de la enfermera de
hacer o no lo solicitado por la paciente.
·
Dilema de la vida por la
dignificación de la misma, ya que ella decide
si quiere seguir con el tratamiento y seguir sufriendo o acabar con
ellos de una vez.
·
No actuación del médico en
post de la vida e la paciente y la plena actuación de la enfermera.
Conclusión
Al
realizar la lectura y análisis del texto, no damos cuenta que como
profesionales de la salud, siempre estaremos ligados y nos regiremos a través
de la ética, nuestro actuar está condicionado por ella. En el ámbito laboral,
nos veremos muchas veces enfrentados en dilemas éticos, pero no solo es en este
aspecto, sino que también en nuestra vida cotidiana. Por esto, es importante
cuestionarnos sobre nuestro actuar y analizar sobre la ética en nuestro diario
vivir.
La eutanasia no es correcta,
ya que atenta contra la vida de la persona en la medida que se realice sin el
consentimiento de ella, pero si es en el caso contrario y la paciente está de
acuerdo, de tal forma, de aliviar su dolor y morir de una manera tranquila y
digna, para no continuar sufriendo.
Aprender sobre los dilemas éticos será de gran importancia cuando ejerzamos la profesión y también para desenvolvernos comúnmente y poder enfrentar las diversas situaciones de conflicto que se nos puedan presentar más adelante.
Aprender sobre los dilemas éticos será de gran importancia cuando ejerzamos la profesión y también para desenvolvernos comúnmente y poder enfrentar las diversas situaciones de conflicto que se nos puedan presentar más adelante.
Tenemos una respuesta al caso de Debbie hecho por Harold Y. Vanderpool, de la rama médica del la Universidad de Texas. Estamos traduciendo esta respuesta para ustedes, pero de todas maneras les dejamos el enlace URL para quienes tengan habilidades con el inglés.
Un abrazo enorme.
Its over Debbie, Respuesta de Harold Y Vanderpool
Gracias por traducirlo :)
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